Puebla es uno de los más representativos destinos coloniales de México; esto se refleja en su arquitectura decorada con la inigualable Talavera, así como en su gastronomía que enamora y cautiva a sus visitantes.
Resultado de la fusión de las cocinas mexica y europea la gastronomía poblana nació en los fogones de los conventos y en las cocinas de las casas de mestizos y criollos. Fue aquí donde las cocineras mezclaron productos originarios del Nuevo Continente como el maíz, chile, frijol, jitomate y el guajolote con ingredientes ultramarinos como el aceite de oliva, el trigo, la cebolla y los ajos, de donde emergieron sabores, dulces, saldos y picantes que convirtieron a Puebla en el centro culinario del país. |
El 3 de marzo de 2010 el gobierno del estado de Puebla decretó Patrimonio Cultural Intangible del estado de Puebla a la gastronomía poblana.
Un aspecto distintivo de la cocina poblana es la preparación de los alimentos con ayuda de utensilios propios de esta gastronomía como el cedazo, las cucharas moleras, las ollas de barro, las cucharas de madera, el metate y los molcajetes que aseguran proveen a los platillos de un singular sabor. |
La preparación de moles y pipianes se volvió común en las cocinas indígenas ya que la región producía los ingredientes necesarios: guajolote, chiles, semillas, jitomates y tomates verdes. Las religiosas fueron expertas cocineras que inventaron una gran variedad de platillos como el mole, el rompope y apetitosos postres. Todo elaborados artesanalmente.
Muestra de esto es el mole poblano, el cual nació en el convento de Santa Rosa, en el siglo XVII. Cronistas como don Artemio de Valle-Arizpe documentaron que este platillo fue creado por una monja novohispana que en cierta ocasión tuvo que improvisar de última hora un platillo tras la repentina visita de un obispo al lugar.
Sin embargo el origen de este platillo se pierde entre leyendas, relatos e historias. Una de gran aceptación reza: “Cuenta la leyenda, que en una ocasión Juan de Palafox, virrey de la Nueva España y arzobispo de Puebla, visitó su diócesis, un convento poblano le ofreció un banquete, para el cual los cocineros de la comunidad religiosa se esmeraron especialmente. |
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Otro platillo con historia y tradición son los Chiles en nogada. Cuenta la leyenda que cuando Agustín de Iturbide, junto con el Ejercito Trigarante, pasó por la Ciudad de Puebla rumbo a México, en agosto de 1821, tras haber firmado los Tratados de Córdoba, las monjas agustinas del Convento de Santa Mónica decidieron agasajarlo el 28 de agosto con motivo de su santo, con un platillo original.
Los chiles en nogada se preparan en agosto y septiembre, el mes patrio, esto obedece a que durante esta temporada los chiles poblanos se consiguen con toda seguridad al igual que la granada. |
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